Espriplopio, Just For Fun

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Espriplopio. Origen del nombre.

La máquina de risas The Espriplopio debe su nombre a un filósofo alemán de finales del siglo XIX, Thomas A. Espriplopio (Düsseldorf, 1894 – ?). Huyendo de la tradición racionalista, Espriplopio basó su breve obra en un humanismo que él denominó «Pequeños gestos que hacen la vida feliz». Su postura en favor del optimismo fue duramente denigrada por sus contemporáneos, quienes jamás lo consideraron un pensador a tener en cuenta. Por su parte, ni la feroz industrialización alemana ni las dos guerras mundiales consiguieron modificar un ápice sus risueños principios. Fue, precisamente, en el periodo de entreguerras cuando su filosofía tuvo más seguidores, debido a las carencias y al terror vivido. Su pista se perdió con la llegada de los nazis al poder. Dicen quienes lo conocieron que nunca perdió su (singular) sonrisa.

Retrato de Thomas A. Espriplopio y su particular sonrisa

El siguiente texto es una transcripción de los pocos comentarios que sobre Thomas A. Espriplopio se pueden encontrar en la red. La veracidad de los datos no ha sido contrastada.
Jordi C.
Jejeje, pero este Thomas debe estar ya muerto. Yo creo que su tumba está en el cementerio de Copenaghe, junto a la de Kierkegaard. El filósofo del pesimismo y del optimismo compartiendo camposanto.
Rafa G.
Dicen los eruditos que ambos solo coincidían en dos cosas: la misma sonrisa bobalicona y una pasión desmedida, casi infantil, por las galletas de mantequilla.
Jordi C.
De hecho, según la Wikipedia, la obra de juventud de Soren se vuelve más sombría, cuando su madre le castiga sin galletas de mantequilla durante un mes. En sus escritos póstumos confesará que nunca pudo encontrar ninguna galleta como las que devoraba de niño.
Rafa G.
La mamá nunca le dijo a su hijo Soren que el secreto de aquellas deliciosas galletas era el jengibre. Lo empezó a utilizar cuando él era pequeño como remedio para las náuseas. (Desde bebé, K. siempre fue muy vomitón). Sin saberlo, se aficionó porque el jengibre también es un estimulante del sistema nervioso central. ¡Tan abatido!, siempre él. Por su parte, lo que estimulaba a Espriplopio eran un par de combinados. No dos tipos diferentes, sino tomarlos a pares; uno detrás de otro. ¡Qué curioso! También había jengibre de por medio. E. bebía Ginger Ale con whisky y siempre pensó que, lo que lo activaba, precisamente, era esto último.